La forma en la que los ricos y famosos quieren pasar sus vacaciones exclusivas está cambiando desde hace unos años. Hace un par de décadas se valoraba una cierta visibilidad que contribuía a la imagen pública del personaje y los destinos estaban prácticamente determinados por los alojamientos de lujo, sobre todo grandes hoteles de cinco estrellas que ofrecían una serie de prestaciones inigualables: profesionales a disposición del huésped para su servicio personal (criadas, masajistas, mayordomos, camareros; cocineros, conserje personal, secretario, ayudantes, peluqueros, personal shoppers), posibilidad de actividades únicas (entradas para espectáculos exclusivos, reserva de actividades en zonas privadas como playas o parques naturales: cenas, picnics, fiestas) o medios de transporte a disposición del huésped que iban desde jets privados, helicópteros o yates hasta Ferraris en la puerta para darse un paseíto). Era la época en la que estaban de moda hoteles como Hotel Du Cap Eden-Roc en Antibes o el George V en París.
Hoy en día todo esto ha dado un giro de 180 grados. La privacidad se impone como el criterio fundamental a la hora de escoger destinos para unas vacaciones exclusivas y los que verdaderamente son muy ricos, no necesitan que les proporcionen personal especializado o medios de transporte, porque ya tienen los suyos propios, por tanto, la progresión lógica, la continuidad a esta tendencia pasó a la oferta, cada vez más visible,...